Permitidme un inicio de inspiración lorquiana, la ocasión lo merece:
Hay funciones que no son funciones, hay funciones que trascienden lo teatral y te llevan a las últimas habitaciones de la sangre donde duermen los ecos enterrados de los latidos eternos. Esas funciones nacen destinadas al recuerdo. Este sábado, dentro de la programación de La Alhambra en femenino, en el ciclo de teatro Celosía, tendremos la oportunidad de vivir una de esas funciones: será por fin el regreso de Emilia Llanos al Generalife con la obra El Jardín de las Posibilidades.
Conocemos a Emilia desde hace ya tanto tiempo que se ha convertido en una de esas amigas de la infancia con la que te emociona encontrarte de vez en cuando. Somos conscientes de sus virtudes y de sus defectos, de su ternura y de su rabia, de sus gritos y de sus silencios, pero la queremos tanto que cuando vuelve a aparecer sobre el escenario, sentimos que regresa con nosotras una parte de la historia que nunca debería apagarse.
Su regreso a la Alhambra me hace recordar un fragmento de “Suspiros del pasado” el cuaderno de recuerdos que Emilia escribió para Agustín Penón, y que mi admirada Lola Manjón logró publicar hace un tiempo:
“Vuelvo la cara y me veo lejos a Federico que avanza con otro señor y me dice:
Veníamos como locos detrás de esa mujer que nos traía maravillados. Aquí tienes a Juan Ramón Jiménez, que no puede ni hablar de la impresión.
Juan Ramón me dijo: ‘Uno de los momentos más bellos de mi vida. La Alhambra, esta bellísima noche y esa figura moviéndose con ese aire…’”
Esa figura, que se movía entre poetas, músicos y pintores, esa mujer que amó y acompañó a Federico García Lorca, esa dueña de la memoria obstinada que decidió no permitir que el nombre de su amor se hundiera en el silencio, regresará el sábado al lugar del concurso del cante jondo para perdonarse y quedar en paz consigo misma, y nosotras la acompañaremos por su jardín, oleremos sus recuerdos, y la escucharemos respirar entre los muros donde tanto quiso y tanto perdió. ¿Se puede pedir algo más?
Llevar El Jardín de las Posibilidades al escenario del Generalife no es solo un honor, es un acto de justicia poética para recordarnos que la memoria también puede ser un jardín hermoso que florece cuando se cuida. Por eso vamos a Granada, cargados de responsabilidad y conmovidos por la gratitud a quienes lo han hecho posible: al Patronato de la Alhambra, en especial a Juan S.Lopez, a la Diputación de Granada, a nuestros cómplices de los chopos encendidos Lola, José Javier, Loly y a tantas y tantas personas a las que queremos agradecer el entusiasmo con el que han contribuido a que vivamos este momento mágico, pero permitidme que acabe con una gratitud especial.
Mucho le debemos a Emilia ¡Mucho! Pero por encima de todo estamos en deuda con ella, porque fue quien trajo a nuestra vida a nuestra querida Antonina Rodrigo.
Antonina amiga, este sábado levantaremos una celosía de palabras en el Generalife, para tapar con ella los ojos de la Alhambra y que no se muera de envidia viendo que entre las dos, eres tú la más bonita.
Un comentario
Qué gran placer haber disfrutado varias veces de esta gran maravilla desde éste Jardín de las posibilidades.